Era un sollozo. Levantarme por las mañanas y ponerme ese raro uniforme azul. La camisa blanca con la insignia, la verdad nunca nos enseñaron para que servía esa maldita antorcha, al parecer encarcelada por dos letras “C”. Felizmente que en secundaria ya no existía esa cosa llamada formación. Solo los lunes que teníamos que rezar y cantar el himno nacional, al menos media hora de clase perdíamos. Terminé el colegio en el 2001, justo cuando una reforma educacional entraba en Lima. Gracias a Dios yo no tuve 2 horas de cole más. Y lo mejor de todo, aun recuerdo, es que el último día tan solo me fui a acompañar a un amigo para que se compre un “skate” en un centro comercial. Que huevon pensé.
Si, que huevon, mejor me voy a fumar.
domingo, 21 de septiembre de 2008
Salve colegio...
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