Es jueves santo, atino a escuchar un poco de música y entrar al Messenger para ‘conversar’, pero nadie me habla. Había 14 contactos disponibles y dos o tres ocupados. Me sentí como nuevo en algún lugar, mientras curiosamente caminaba, fumaba e iba escuchando por mis audífonos “Don’t let me down’, sin que nadie me hablara, así como ahora.
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