Llegar a mi casa era por esos tiempos, el poder desconectarme de ti por unas horas, saber que de todas formas no te encontraría y qué podría por lo menos deshacerme del disfraz, de la diplomacia, de tu corazón.
Ahora que te compraste un Blackberry, veo tu nombre por todos lados y no soporto tus actualizaciones. Has invadido mi espacio. Cuando todo se va acercando a la realidad, ya me empieza a dejar de gustar.
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