sábado, 10 de abril de 2010

De antaño

Tus regalos deberían llegar… no por intransigentes, si no por palpables, materiales y rosados,

¿recuerdas como te llamaba, o acaso ese no día en que no te hice el amor?
Las zapatillas que han recorrido tanto y ahora de tanto volar las miro guardadas, envueltas en sal…

Me gustaría que guardes esas monedas, que vayas a casa te quites el maquillaje y me abraces,

Aunque sea un sueño lindo y duro por anti romántico, la vida ha cruzado después de la muerte y ahora dará la vuelta para chocarse ante mi…

Me gustan tus vestidos, la caída de roma, las películas de John Lennon y toda esa melancolía que viene después de leerme…

Romances alcohólicos, bonanza extrema, piedras en las zapatillas /las mismas que dejé por empezar a volar y olvidarme de ti/

Porque la verdad no me importa ayudarte con el limpiador de rostro… me abandono por sencillo, pues porque sí, luego me gusta encontrarte y resumir…

Que la locura no es cura de un día, una práctica constante de algunos valientes que esperan que esa juventud eterna nunca se les termine

Una mala práctica es acostumbrarse al amor sin saber que algún día este se irá…
Malas costumbres que terminan por desintegrarnos,

Porque ante la soledad y el silencio surge la pregunta… ¿y qué si ya no me quedan más mejillas para darte?

Yo y mis pulmones, ellos que aspiran, suficientes del respiro, maduros para expirar…
Porque mi cuerpo no es un mercado y así me compres regateando hasta el final,
Podrán más las yucas y las papas que estos ojos perdidos, que ya no saben que mirar…

Ante la vulgaridad de este encierro, este sudor de invierno, tan frío como tus venas…
Suena la canción constante, esa que empieza de un modo y termina de cualquier otro…
Que compuse hace varios años y aún no puedo terminar

/Y aquí estoy gritándole mis penas… al cielo y a tu voz…
Me siento triste si no estás aquí… tu a mi lado… yo sin ti/

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