Odio a los copiones que nunca definen su personalidad. Odio decirle amigo a alguien, cuando sé que en algún momento lo dejaré de ver. Odio escribir poemas, leerlos y que me digan que estuvo bonito. Odio verme flaco en algunos espejos y verme gordo en otros. Odio que la ropa que me gusta nunca me quede bien. Odio ser frívolo, por ejemplo escribiendo sobre todas estas huevadas. Odio el periodismo y sus notitas sin vida. Odio la palabra Parafernalia. Odio a las personas que se cuidan del que dirán. Odio la contradicción, aunque tengo que aceptarla por ser de condición humana. Odio afeitarme y que me afeiten. Odio las noches en las que no puedo dormir. Odio pagar 1 Sol, enseñar mi carné de medio pasaje y que no me den el vuelto. Odio el efecto invernadero, como también lo nominal de lo citado. Odio no saber como terminar lo escrito. Odio trabajar en algo que me obligue a revelar sonrisas fingidas. Odio los domingos en la noche como los lunes las 24 horas. Odio tener que contar la misma historia tantas veces. Odio escribir y que no me entiendan. Odio hablar y que no me escuchen. Odio tener cigarrillos y no tener fuego para prenderlos. Odio los carnavales y toda esa banda de chiquillos idiotas que te lanzan bombas de agua cuando estas con terno. Odio las playas en el día, con todo el sudor, arena y demás… gentío, masa, niños. Odio los ternos. Odio empezar un libro y que sea malo desde el inicio. Odio los canguros. Odio las amistades de media hora y los jueguitos del amigo secreto en Navidad, o en cualquier época del año. Odio, como ahora, estar escribiendo estas líneas mientras la profesora de Periodismo Económico me dice que Starbucks le compra granitos de café al África por un precio 18 veces menor del que se vende. Odio lo que escribo, odio ser un copión que no tiene personalidad. Pero no me Odio, soyme indiferente.
1 comentario:
a cada frase de "odio tal..." deberias ponerle tambien un "me agrada tal".
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