domingo, 20 de mayo de 2007

Después de la tragedia


Después de la tragedia, escribo un poema cuando no me tocas…
Dura un segundo eterno ese vacío, que ya no llama mi atención al escribir... Que banal se puede estar sin sentido…

Es tarde para reproches, la vida es de uno, somos individuos finalmente, individuales, sin una razón del porque, sin una respuesta para vivir…

Después de la tarde, una oscuridad extraña se posa sobre mi hombro, no es el espíritu santo, no es una paloma blanca que me dice que soy el hijo de Dios… no lo es…

Tampoco es fácil contar hasta tres, sin pensar diez mil y una, diez mil y una… luego llega la contradicción, la paradoja, las incoherencias, las fechorías y la mente no… la no mente…

Sentir el humo, tan cerca y lejos, caminar corriendo por las calles de tu patio, en la orilla negra de tu seno… maldita sea… merde…

Habichuelas mágicas ¿no loco? Habichuelas mágicas…

Es fruto de la clorofila fermentada en mi distancia….

Siempre lo fue.

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